--------- La Cumbre de las Américas que se realizará en la ciudad de Quebec significa un paso clave en el proyecto iniciado en la primera Cumbre de Miami en 1994, cuyo objetivo es transformar América en un vasto mercado que vaya del Círculo Polar hasta Tierra del Fuego. El ALCA se inscribe en un proceso de índole político-económico donde el operador ideológico es el neoliberalismo... |
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Una Cumbre antidemocrática Por Leopoldo Lavin Mujica
En vísperas del inicio de la III Cumbre de las Américas y después de años de discusión y de encuentros entre tecnócratas para redactar un documento que sirva de base para un acuerdo final entre los 34 estados que conforman el ALCA, aún los ciudadanos no tenemos acceso a los textos que serán discutidos y, lo más probable, adoptados. Frente a tal aberración democrática, denunciada desde hace al menos un año por las organizaciones sociales canadienses y quebequenses, a algunos responsables políticos y parlamentarios no les ha quedado otra alternativa que plegarse a la exigencia de transparencia que viene de los de abajo y denunciar el carácter antidemocrático de la Cumbre. El Presidente de la Asamblea Nacional de la Provincia de Quebec, Jean Pierre Charbonneau, hizo en el periódico Le Devoir (11-04-01), una crítica de fondo a la dinámica de la Cumbre y a la manera en que los gobiernos llevan adelante las reuniones tendientes a producir los textos del ALCA. El Sr. Charbonneau escribe : "[...] el comportamiento de los gobiernos asociados a la Cumbre de las Américas ha debilitado y continúa debilitando, en vez de reforzar, la democracia representativa ", mas adelante añade [...] Nada hace pensar que ellos (los gobiernos) se interesan en la democracia después de las elecciones [...]". Según el diputado quebequense y ex-periodista, "Todo sucede como si los Jefes de Estado hubieran juzgado que la población y sus diputados fueran incapaces de estudiar, analizar y sopesar problemáticas demasiado técnicas y demasiado complejas". El Presidente de la Asamblea Nacional de Quebec, quien pareciera ser un fiel lector de Le Monde Diplomatique, no se pierde en rodeos intelectuales cuando caracteriza a los ejecutivos de los regímenes políticos de las democracias representativas contemporáneas, de "monarcas elegidos a la cabeza de oligarquías político-tecnocráticas", puesto que, con su culto del secreto y su fe en el solo poder de los expertos, "marginalizan a los parlamentos" y " [...] no desarrollan la participación activa y constructiva de los ciudadanos [...] ". Demasiado tarde; lo que se ha llamado eufemísticamente "déficit democrático" es en los hechos el producto de una gran operación antidemocrática. Este operativo mediático viola los principios esenciales de la democracia al lograr de manera efectiva dejar al margen de toda discusión sobre el futuro de las sociedades americanas a los millones de ciudadanos que son los que eligen a sus gobiernos. Estos, en el más maquiavélico secretismo, podrán estar tentados de firmar acuerdos, que hasta prueba de lo contrario, corresponden al proyecto de las élites estadounidenses y de los grandes intereses capitalistas. Tal Cumbre pudo haber sido diferente. Pudo haber sido el punto culminante de un gran ejercicio democrático donde los gobiernos hubieran invitado a los ciudadanos a participar, a debatir sobre la manera de realizar un proceso de integración de las Américas, donde el aspecto dominante no sea un economismo vulgar a la salsa de Adam Smith sino que una reflexión seria sobre un proyecto de sociedad más democrático, más humano, mas justo, mas igualitario y mas respetuoso de nuestras relaciones con el ecosistema. Las élites políticas apremiadas por el tiempo tienden a imponer más que a convencer y a debatir; sus tecnócratas elegidos con el dedo (dedocracia) comparten sus ideas e, imbuídos de un saber de expertos, deciden entre gallos y medianoche cuales serán las cláusulas librecambistas que regularán los procesos económicos. En el fondo le dan la razón a quienes estipulan que el capitalismo contemporáneo es incompatible con la democracia. La Cumbre de las Américas que se realizará en la ciudad de Quebec significa un paso clave en el proyecto iniciado en la primera cumbre de Miami en 1994, cuyo objetivo es transformar América en un vasto mercado que vaya del círculo polar hasta Tierra del Fuego. El ALCA se inscribe en un proceso de índole político-económico donde el operador ideológico es el neoliberalismo. El discurso oficial consiste en repetir majaderamente que la liberalización de los mercados (que los mercados mandan y que la sociedad debe someterse sin más ni más a sus dictados) favorecerá a todos los habitantes de las Américas; del campesino quechua que lucha cada día por la sobrevivencia, al jóven técnico informático de cualquier urbe americana, pasando por el mediano industrial de algún país del Cono Sur que en los años venideros buscará sacar provecho de los mercados foráneos. La felicidad y el desarrollo humano sólo se leen bajo el prisma pragmático de la mercantilización forzada de todas las relaciones humanas. Esto prueba que el discurso y las prácticas neoliberales han sido definitivamente adoptadas por las élites políticas, los tecnócratas e inclusive por una gran mayoría de parlamentarios. Para estos actores de la globalización la búsqueda de cualquier otra alternativa parece impensable, como si el imaginario dominante cancelara toda posibilidad de hacerlo. Aún en los países donde la concepción del Estado es la de ser el "defensor del bien común", del tejido social y de la solidaridad, las ofensivas ideológicas de lo que Ramonet llama el "Pensamiento Único" no han encontrado resistencia en las élites políticas. La Cumbre de los Pueblos Las resistencias al proceso globalizador comandado por los centros capitalistas de Poder vienen de la llamada sociedad civil. Son los movimientos y organizaciones que en los diferentes países tratan de resistir a la marea neoliberal y a los planes de ajustes de los centros del Poder como el FMI. En este proceso de resistencia se inscribe el accionar de los zapatistas que luchan por el reconocimiento y la inclusión democrática en el Estado mexicano, es también la lucha de las mujeres trabajadores latinoamericanas por condiciones sociales y económicas justas y no discriminatorias, de los indígenas y trabajadores ecuatorianos, de los ciudadanos trabajadores argentinos, chilenos y peruanos. En la Cumbre de los Pueblos se debatirán
en forma democrática las propuestas de las organizaciones de la
sociedad civil. Ahí se expresará la representación
popular. Ella se inscribe en la continuidad de lo que fue el Foro Social
Mundial de Porto Alegre a comienzos de año en Brasil. En esa oportunidad,
se decidió, entre tantas otras iniciativas convocar a plebiscitos
nacionales en los distintos países latinoamericanos para que la
ciudadanía decida sobre los acuerdos del ALCA, con por lo menos
120 días de anticipación, como se hizo en la Unión
Europea (UE) respecto de la unificación monetaria. Es la iniciativa
que tendría que adoptarse en la Cumbre de los Pueblos para impedir
que los gobiernos impidan el ejercicio de la democracia y evitar la dictadura
del mercado.
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